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lunes, 6 de enero de 2014

La Psicomotricidad relacional como filosofia de vida.

LA PSICOMOTRICIDAD RELACIONAL COMO FiLOSOFíA DE VIDA...
Cada uno de nosotros atesora en su cuerpo toda la sensibilidad, la afectividad, la emoción, la relación con uno mismo, con el otro; nuestro cuerpo atesora el placer y el deseo, la frustración y la angustia. También el recuerdo de todas las emociones positivas y negativas vividas en nuestras relaciones con los otros.

Etapa Prenatal y Primera Infancia:

Todos hemos sido bebés en el vientre de nuestra madre y hemos tenido nuestra propia vivencia del espacio, de la relación con el otro, del ritmo. Estas sensaciones y experiencias nos hacen únicos, no sólo por su carga genética, sino por todas nuestras vivencias. Nuestra madre nos ofreció un espacio contenedor durante un tiempo y estableció un diálogo tónico –emocional con nosotros durante toda la gestación.


La Psicomotricidad Relacional considera el cuerpo de la madre como el primer objeto de exploración y de relación con el otro. Para el bebé los sentidos que   maduran durante los nueve meses de gestación, son el medio de comunicación con el otro, con el entorno. Es por eso que los explora ya en la vida intrauterina. Su cuerpo expresa y recibe, se informa, se impregna,...

Los movimientos que vive el bebé en el útero provocados por los cambios de posición de la madre y por la propia respiración hacen que al nacer les produzca bienestar y tranquilidad la estimulación vestibular que genera el mecimiento ofrecido por los brazos, los balancines, etc.

El bebé genera el vínculo de apego con la madre ya desde el útero. Todos los
pensamientos, emociones, sensaciones que pasan a través de la placenta durante la gestación condicionan la relación entre madre e hijo.

El momento del nacimiento marca un antes y un después en esa relación. Ha sido una relación continua e intensa durante la gestación pero después del nacimiento cambiará dependiendo de la situación multifactorial que ofrezca el entorno: cómo es el nacimiento, si hay separación de la madre y el hijo, el acompañamiento del padre, las personas que confluyan en sus cuidados, la recuperación durante el puerperio, las emociones de la madre, etc.

Con el nacimiento del bebé, nace también la familia. El bebé necesita a la madre, siendo su rostro, su olor, su alimento, su sostén, sus cuidados su principal interés.

 Los reflejos innatos con los que cuenta ya en el útero serán de gran relevancia cuando al nacer tenga que adaptarse al nuevo entorno. El reflejo plantar, palmar, de Moro, de los puntos cardinales, de enderezamiento, etc., facilitan su entrada a un entorno cambiante. Su llegada al nuevo espacio, fuera del cuerpo de su madre, con diferente temperatura, con más luz, más ruidos, en ausencia de los rítmicos sonidos de mamá, acogida de brazos con tonos variados, olores invasores que camuflan el olor de su madre, pruebas médicas, intervenciones, incubadoras,...van a generarle un estado de ansiedad que se verá reducido cuando sienta de nuevo el contacto materno.

Durante el primer año tras el nacimiento, con la exploración de su cuerpo, los apoyos, el placer del movimiento, etc., se establecerá el desarrollo motor básico, un conjunto de hitos evolutivos que irá perfeccionando a lo largo de los próximos años. Es un periodo de explosión de la exploración y comunicación que le va a facilitar la relación con el mundo, para seguir explorando y comunicando como ser social que es.

Desde la intervención psicomotriz en la Etapa Prenatal y Primera Infancia , el psicomotricista acompaña el proceso de maternidad y crianza hasta los tres años facilitando el desarrollo sensoriomotor favorecedor de los sentimientos y emociones, que permitirá organizar el desarrollo físico, emocional, cognitivo y social, tanto a la madre como a su bebé.

Primeros años de vida:

El niño en la medida que crece va iniciándose en la conquista de la autonomía,
descubriendo que puede arrastrarse, saltar, girar, subir, trepar, descubrir infinidad de posturas y movimientos, que le permiten experimentar el equilibrio y el desequilibrio, para ir, poco a poco descubriendo sus apoyos. Va elaborando un discurso propio, fruto
del ajuste tónico-emocional, de la exploración del mundo y de los objetos que le rodean. Descubre las posibilidades del cuerpo, el placer sensorio-motor y el gozo/disfrute del juego.

Estos logros los consigue por él mismo si estamos disponibles para dar respuesta a sus demandas y necesidades.

En la sala de psicomotricidad se genera un ambiente de seguridad y confianza, donde nos comunicamos desde el lenguaje del afecto y el cariño; dar y recibir, escuchar y acompañar, es así como el psicomotricista entra en comunicación y establece una relación de empatía, un espejo donde él aprenderá a descubrirse.

La observación que el niño va haciendo del mundo le lleva a imitar y poco después a poder representar simbólicamente aquello que emocionalmente le está afectando. Puede a través del juego evocar aspectos de la realidad o de su imaginación que necesita explorar. En la sala de psicomotricidad el niño transforma el espacio y le da significado simbólico a los objetos, por ejemplo: construye casas con los módulos, las picas son caballos y las telas pueden hacerle volar como Supermán.

A través del juego el niño puede expresar su agresividad, se va enfrentando a sus miedos, frustraciones y/o bloqueos emocionales. Al psicomotricista observar el juego del niño le facilita conocer lo que ocurre a su alrededor. Niños y niñas con diferentes interesa en el juego, expresan cargas emocionales que tienen, superarán y afrontarán conflictos, asumirán y aceptarán las pequeñas frustraciones. Jugar les guiará por el camino del deseo, aprenderán a elegir y a decidir por sí mismos.
Jugar es para el niño vivir y la forma de a prender a estar en este mundo.

Es importante que las personas que lo acompañan le den contención, mirada y confianza en su saber hacer y en la fuerza de su expresión creadora.

BIBLIOGRAFÍA:
·         SUSANA ROMERO JUAN: susanitarjp@hotmail.com
                  C.P. El Vincle. El Campello. Alicante.

·         SOLEDAD MEJÍAS CANDELAS  mejiassol@gmail.com
                  Escuela Europea de Alicante. Alicante.

Artículo realizado por Ainhoa Pilar Irisarri

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