LA PSICOMOTRICIDAD RELACIONAL COMO
FiLOSOFíA DE VIDA...
Cada uno de
nosotros atesora en su cuerpo toda la sensibilidad, la afectividad, la emoción,
la relación con uno mismo, con el otro; nuestro cuerpo atesora el placer y el deseo,
la frustración y la angustia. También el recuerdo de todas las emociones
positivas y negativas vividas en nuestras relaciones con los otros.
Etapa Prenatal y Primera Infancia:
La
Psicomotricidad Relacional considera el cuerpo de la madre como el primer objeto
de exploración y de relación con el otro. Para el bebé los sentidos que maduran durante los nueve meses de gestación,
son el medio de comunicación con el otro, con el entorno. Es por eso que los
explora ya en la vida intrauterina. Su cuerpo expresa y recibe, se informa, se
impregna,...
Los movimientos que vive el bebé en el útero
provocados por los cambios de posición de la madre y por la propia respiración hacen que al nacer les produzca
bienestar y tranquilidad la estimulación vestibular que genera el mecimiento
ofrecido por los brazos, los balancines, etc.
El bebé
genera el vínculo de apego con la
madre ya desde el útero. Todos los
pensamientos,
emociones, sensaciones que pasan a través de la placenta durante la gestación
condicionan la relación entre madre
e hijo.
El momento
del nacimiento marca un antes y un después en esa relación. Ha sido una relación
continua e intensa durante la gestación pero después del nacimiento cambiará dependiendo
de la situación multifactorial que ofrezca el entorno: cómo es el nacimiento,
si hay separación de la madre y el hijo, el acompañamiento del padre, las personas
que confluyan en sus cuidados, la recuperación durante el puerperio, las emociones
de la madre, etc.
Con el
nacimiento del bebé, nace también la familia. El bebé necesita a la madre,
siendo su rostro, su olor, su alimento, su sostén, sus cuidados su principal interés.
Los reflejos innatos con los que cuenta ya en
el útero serán de gran relevancia cuando al nacer tenga que adaptarse al nuevo
entorno. El reflejo plantar, palmar, de Moro, de los puntos cardinales, de
enderezamiento, etc., facilitan su entrada a un entorno cambiante. Su llegada
al nuevo espacio, fuera del cuerpo de su madre, con diferente temperatura, con
más luz, más ruidos, en ausencia de los rítmicos sonidos de mamá, acogida de brazos
con tonos variados, olores invasores que camuflan el olor de su madre, pruebas médicas,
intervenciones, incubadoras,...van a generarle un estado de ansiedad que se verá
reducido cuando sienta de nuevo el contacto materno.
Durante el
primer año tras el nacimiento, con la exploración de su cuerpo, los apoyos, el placer
del movimiento, etc., se establecerá el desarrollo motor básico, un conjunto de
hitos evolutivos que irá perfeccionando a lo largo de los próximos años. Es un
periodo de explosión de la exploración y comunicación que le va a facilitar la
relación con el mundo, para seguir explorando y comunicando como ser social que
es.
Desde la
intervención psicomotriz en la Etapa Prenatal
y Primera Infancia , el psicomotricista acompaña el proceso de maternidad y
crianza hasta los tres años facilitando el desarrollo sensoriomotor favorecedor
de los sentimientos y emociones, que permitirá organizar el desarrollo físico,
emocional, cognitivo y social, tanto a la madre como a su bebé.
Primeros años de vida:
El niño en
la medida que crece va iniciándose en la conquista de la autonomía,
descubriendo
que puede arrastrarse, saltar, girar, subir, trepar, descubrir infinidad de posturas
y movimientos, que le permiten experimentar el equilibrio y el desequilibrio, para
ir, poco a poco descubriendo sus apoyos. Va elaborando un discurso propio,
fruto
del ajuste
tónico-emocional, de la exploración del mundo y de los objetos que le rodean. Descubre
las posibilidades del cuerpo, el placer sensorio-motor y el gozo/disfrute del juego.
Estos logros
los consigue por él mismo si estamos disponibles para dar respuesta a sus demandas
y necesidades.
En la sala
de psicomotricidad se genera un ambiente de seguridad y confianza, donde nos
comunicamos desde el lenguaje del afecto y el cariño; dar y recibir, escuchar y
acompañar, es así como el psicomotricista entra en comunicación y establece una
relación de empatía, un espejo donde él aprenderá a descubrirse.
La
observación que el niño va haciendo del mundo le lleva a imitar y poco después
a poder representar simbólicamente aquello que emocionalmente le está
afectando. Puede a través del juego evocar aspectos de la realidad o de su
imaginación que necesita explorar. En la sala de psicomotricidad el niño
transforma el espacio y le da significado simbólico a los objetos, por ejemplo:
construye casas con los módulos, las picas son caballos y las telas pueden
hacerle volar como Supermán.
A través del juego el niño puede expresar su agresividad, se va enfrentando
a sus miedos, frustraciones y/o bloqueos emocionales. Al psicomotricista observar
el juego del niño le facilita conocer lo que ocurre a su alrededor. Niños y
niñas con diferentes interesa en el juego, expresan cargas
emocionales que tienen, superarán y afrontarán conflictos, asumirán y aceptarán
las pequeñas frustraciones. Jugar les
guiará por el camino del deseo, aprenderán a elegir y a decidir por sí mismos.
Jugar es
para el niño vivir y la forma de a prender a estar en este mundo.
Es
importante que las personas que lo acompañan le den contención, mirada y
confianza en su saber hacer y en la fuerza de su expresión creadora.
BIBLIOGRAFÍA:
·
SUSANA
ROMERO JUAN: susanitarjp@hotmail.com
C.P. El Vincle. El Campello.
Alicante.
·
SOLEDAD
MEJÍAS CANDELAS mejiassol@gmail.com
Escuela Europea de Alicante.
Alicante.
Artículo realizado por Ainhoa Pilar Irisarri
Artículo realizado por Ainhoa Pilar Irisarri
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